Crees que eres un maldito guerrero
combatiendo contra el mundo,
un monje entrenado en disciplina espartana.
No eres un guerrero,
no tienes armadura.
Solo rabia y llantos infantiles.
No eres un guerrero.
Tan solo eres un niño perdido,
gritando desconsolado,
sin nadie alrededor para oirle
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